ENSAYO SOBRE LA SORDERA ALGO MÁS QUE MÚSICA,….

            Comienzo una serie de artículos de opinión en los que me gustaría analizar como músico y  amante de la música,   la realidad que vivimos, la actualidad y la trayectoria del mundo musical, la opinión de músicos, managers, empresarios,… el día a día de ensayos, conciertos, descubrir  aspectos que quizás sean desconocidos para unos, no se ha parado a reflexionar para otros, o simplemente pasan desapercibidos.

              Llevo un tiempo dándole vueltas a la cabeza a todo lo concerniente a la música, y al momento actual en los diferentes ámbitos que rodean este mundo. ¿Cómo hemos llegado aquí? ¿Por qué estamos en está situación? ¿Cuál es el futuro,..? En fin he tenido esta conversación cientos de veces en los últimos tiempos, con músicos, con gente de salas y locales, con gente de sellos, con periodistas, con público de conciertos,… todo el mundo maneja explicaciones y causas que son más o menos válidas y que parten desde su posición en este entramado que antes hemos señalado.
                Pero  hay una pregunta en la que pocos nos hemos parado a reflexionar y creo que es vital para abordar la situación actual y no es otra que entender  por qué la música dejo de tener valor,  ¿Por qué no nos importa descargar un disco sin pagar? ¿por qué nos cuesta pagar por un concierto o nos cuestionamos pagar por ver música en directo? aunque todavía encontremos a Quijotes que alzan su lanza comprando discos y asistiendo a conciertos de grupos/artistas que mantienen en el rincón del corazón de cosas valiosas, pero ciertamente su número se reduce a cada paso. Creo que la respuesta está por un lado  en el plano emocional, eso que diferencia el arte, de la artesanía, por lo que se paga un plus, pues encontramos en el arte  algo que le hace insustituible, algo único y eso es algo que encontramos en las emociones que nos trasmite. Y por otro lado en el plano de la costumbre, en el hábito, en lo que social y culturalmente se ve como “normal”, por ejemplo es “lógico” pagar una entrada de 40/50€ por tal o cual artista pero no 10€ por el grupo semi o desconocido, independientemente de la calidad, trayectoria, etc. pero esta comparación se agrava si pensamos que es todavía más aceptado pagar 100, 200 o 300€ por otro tipo de entradas, como puede ser el fútbol.
                 La música, por muchas razones que en otra ocasión podemos tratar, ha pasado de ser un arte a ser una artesanía, parte en culpa por la propia industria discográfica, cuando los grandes sellos descubrieron la radiofórmula encontraron un filón que durante años explotaron, cada vez más sin importar la cultura musical que se estaba sembrando,  provocando un caldo de cultivo para súper ventas, pseudo artistas y “rockstars”, etc. que no se basaban en la calidad, en la creatividad, personalidad, originalidad, o en  su conexión con el público, sino directamente relacionados con el grado de popularidad, generando para ello todo el sistema de grandes compañías, medios comerciales, publicidad y promoción que todos y todas conocemos.
                  Por otro lado para todo el mundo está claro que Internet está suponiendo una revolución, económica, tecnológica, social y cultural, y  no solo todo está cambiando sino que los procesos de cambios se aceleran a cada paso. Todo es instantáneo, al momento, lo que pasó hace una hora, no solo es conocido sino que ya es comentado por cientos, miles de personas, se convierte en algo pasado. En lo que respecta a la música no solo te puedes descargar el disco antes de que salga a la venta en muchas ocasiones, sino que hay videos del proceso de la   grabación, incluso los artistas lanzan comentarios en las redes sociales en el proceso de elaboración de las canciones, todo corre hacía adelante. Todo se consume muy rápido, todo proceso de cambio trae consigo consecuencias, tiene un impacto directo, pero también tiene un impacto indirecto quizás más sutil, pero que a lo largo del tiempo más transformador si cabe que  los propios cambios.
                 El caso es que hay muchas generaciones que están creciendo y han crecido  con Internet, con las redes sociales, con youtube, con los móviles, con las descargas, con un acceso a la información y a los contenidos de forma gratuita,  una forma de consumir y digo consumir y no disfrutar, la música de forma totalmente distinta a la forma en la que se escuchaba música años atrás. Ahora no solo no tienes el disco de un grupo y/o artista al momento sino que tienes toda la discografía si quieres, videos de conciertos, imágenes, entrevistas, todo al instante,…Ahora podemos tener en un día en el ordenador o en el mp3, 4 o en el número que estemos,  más discos de los que somos  capaces de escuchar y digo escuchar y no oír en toda nuestra vida. Nos hemos acostumbrado a consumir música, no a disfrutarla. Hemos creado un hábito una costumbre que será difícil cambiar.
                      Antes la música, era algo más que sonido, los grupos y artistas eran parte de la banda sonora de tu vida. Había una relación directa entre la música y las emociones. Y está relación se establecía de manera simple, el contacto continuo y la dosificación de la información. Un disco te podía acompañar durante un periodo de tiempo tan amplio que podías cantar cada una de las canciones de arriba abajo, de tal forma que la que era tu favorita en principio luego dejaba de serlo para ser otra y así sucesivamente.
                     Cuando estabas de fiesta querías escuchar tal o cual canción, cuando estabas decaído otra, unas canciones te recordaban un primer beso, otras una noche mágica, otras una ruptura,…de tal forma que seestablecía esa conexión con el grupo, con el artista, esa conexión hacía que la música tomara valor en el plano emocional, las canciones eran algo más que sonido, letras,…la música adquiría ese estatus de arte, que te transportaba al plano emocional. Si esto ocurría se establecía un “pacto” con el grupo /artista, donde le jurabas fidelidad no solo para adquirir su música, sino que acudir a un concierto, que se convertía en un acto casi mágico, porque no solo tenias la posibilidad de escuchar en directo esa canción, de cantarla o de tocarla tu mismo (todos hemos hecho algún solo de “air guitar”) sino que comprobabas que había personas desconocidas,  como tú, que compartían ese universo de emociones y sensaciones. En definitiva el contacto con la música se establecía desde la  persona y sus emociones. No existía el universo de información de hoy en día,  por lo que se degustaba poco a poco una entrevista, alguna noticia, un video clip,…. Todo espaciado en el tiempo, por lo que la relación se mantenía constante a base de la escucha de la música,  que se hiciera presente en la trayectoria vital. Todo eso daba pie a este “vinculo” invisible hacia aquello que te provocaba tantas emociones.
                Ahora se hace muy difícil por no decir imposible establecer esa conexión entre música-emociones, porque es muy difícil que se establezca entre los cientos y en algunos casos miles de discos que podemos tener y que a cada momento vamos aumentando en número. Existe una inundación constante de información, de fotos, entrevistas,…que hace imposible  asimilar tanto material y tan rápido, conocer al grupo, hacerse cercano en definitiva. Por otro se aúnan otras razones amparadas en la situación social, económica y cultural, como son la crisis económica, el descenso del poder adquisitivo, la subida de los precios, con la facilidad de las descargas, uso generalizado de Internet para generar opiniones, información, y sobre todo un concepto/valor que poco a poco ha ido asentándose en nuestra sociedad tan “moderna”, la premisa de que solo el fuerte sobrevive, esto  impregna todos los ámbitos y en la música se visibiliza al comprobar  que como público valoramos solo los  “grandes”  y acudimos en masa a conciertos, que son grandes en ocasiones solo respecto a número de espectadores, recinto, montajes,…se hace visible esa brecha entre músicos y ARTISTAS, músicos como desconocidos, anónimos, independientemente a su grado de profesionalidad y/o calidad no se les percibe con la entidad que merecen y se les considera como una “profesión” equiparable a otras,…y por otro lado ARTISTAS,  amparados en la popularidad, sin tener en cuenta el grado de profesionalidad y/o calidad y que tiene un estatus y reconocimiento por parte del conjunto de la sociedad.
                Quizás esto pueda explicar en parte  porque en ciertos medios radiofónicos solo se escuchen canciones de otro tiempo, en las revistas  y medios escritos, webs y demás  solo existan grupos de “siempre”  que en su día crearon esa “marca” que todos conocemos y les reconocemos su estatus de artistas  y los grupos posteriores, a ese tiempo, mueran en un océano carentes de oportunidades, desapercibidos para el público y viviendo una realidad totalmente distinta a la creencia popular. Pero esto es otro episodio….. Fote de Diego Suarez

JOSE CUESTA

 

José Cuesta es guitarrista de la banda DULCE NEUS y de la formación de metal ESFERA. Asi mismo, es profesor de guitarra en la Escuela De Música Moderna de Ciudad Real. Ha sido nombrado endoser oficial de la conocida marca de guitarras SCHECTER

1 comentario
  1. Es un buen artículo de «reflexión». Creo que la música ha llegado a estar así principalmente por culpa de internet, aunque la crisis la ha machacado un poco más. Pero creo que, siempre habrá melómanos como yo que, seguiremos comprandis discos originales que pagaremos las entradas de los conciertos para ver a grupos conocidos, semi-desconocidos, poco y nada conocidos.
    Ahora mismo la música necesita algo nuevo para que, los artistas puedan vivir de ello. Y eso nuevo está por llegar…

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