DESDE LA SOLEDAD Y EL AISLAMIENTO
The Pianist’s Solitude. Hace años leí este artículo que llamó poderosamente mi atención sobre esos dos conceptos que yo mismo malinterpretaba y confundía. Porque no, no son lo mismo. Una pequeña reflexión sobre qué elementos son inherentes e imprescindibles a la hora de abarcar una ciencia de dificultad de élite, (que no música elitista) como es la disciplina y especialización en la interpretación solista clásica musical.
Por si tienen curiosidad (texto original en inglés)
Un ejercicio de bondad. No se me ocurre otra mejor definición para explicar lo terriblemente agónico y sufrido que es en ocasiones estudiar un instrumento. Una confesión personal: detesto profundamente encerrarme en una habitación durante horas, en la más absoluta de las soledades. Y lo hago, y lo sigo haciendo. Porque creo en ello, y creo que hay algo más allá cuando uno tiene el privilegio y la suerte de leer, conocer, viajar con la mente y los sentidos. Tocando, aprendiendo, descubriendo y redescubriendo una música tan compleja y maravillosa.
Esta historia empieza con un artículo que me solicitaron hace muchos años. Jamás lo escribí. En esta ocasión, no solo tengo la oportunidad de redactarlo, sino de transfigurarlo en pocas semanas a una realidad, a un concierto de verdad. Para ver si así, mediante una táctica egocéntrica calculada al milímetro (como solemos hacer todo los pianistas, no se engañen), lo escriben otros a posterior sobre mí.
Y un compromiso pertinente: acercar música en directo a la gente. Facilitar su entendimiento. Divulgar con el objetivo de acercarnos a formas artísticas y de abstracción de una complejidad que estoy convencido nos ayudan a entender mejor el mundo y devenir de nuestro universo.
«Acercar la música en directo a la gente. Facilitar su entendimiento. Divulgar con el objetivo de acercarnos a formas artísticas y de abstracción de una complejidad que estoy convencido nos ayudan a entender mejor el mundo y devenir de nuestro universo»
1821: El recital comenzará de la manera más errónea posible. Beethoven nos propone 30 minutos de música casi sin interrupción. Su última Sonata para piano. Un sacrilegio casi bíblico que cometo a propósito; empezar por el final. Obra que me hizo enamorarme más si cabe de la que aún hoy día sigue siendo mi mayor pasión: el piano. Un ejercicio metafísico más allá de la música. Es una expresión de filosofía musical. Un viaje y un recorrido desde lo más tenebroso y angustioso, hasta la libertad, el ensueño, la alegría y la paz. La alegría (sí, la del concepto sinfónico) entendida como una expresión de hermanamiento, siempre desde la factura más austera posible, como su enigmático final.
1846: Barcarola explica una historia de amor. Un Chopin maduro que disfrutaba de los últimos coletazos de su en ocasiones tormentosa relación con la revolucionaria y controvertida escritora francesa, conocida internacionalmente bajo el seudónimo masculino de George Sands. Una alegoría de un paseo en góndola por las calles anegadas de la ciudad de Venecia, cuyas aventuras intercaladas reflejan desde la expresión de ternura más pura, hasta el desenlace encontrado entre la frustración y la esperanza.
1907: Lánguido, de belleza enfermiza. Así, entre innumerables conceptos y palabras en ocasiones de dudoso acertijo, Scriabin expresa un mundo intangible dentro del conglomerado sonoro que es esta magnífica y singular obra. Su 5a Sonata para piano. Su emancipación de lo tonalmente establecido. Un recorrido sin tiempo entre la luz, el color, lo transfigurado, la locura, el éxtasis y el milagro de la creación.
Quintanar de la Orden (Toledo). Centro Cultural “Principe de Asturias”. Domingo 20 de octubre de 2019 a las 20:30.
¡Anímense al viaje! Yo, ya estoy preparado.
Francisco Cañizares Sánchez-Beato
Concertista y profesor de piano del conservatorio profesional de música “Jacinto Guerrero” de Toledo.
Fotografías: Javier González Martín