«Domingo, 28 de diciembre de 2014, 18 horas y 15 minutos, esperando en la fila de la entrada del «Barclaycard Center» (para mi siempre será el Palacio de los Deportes), con la idea preconcebida de que no fallaría a mis expectativas, Fito nunca falla.
Todo iba saliendo bien, incluso la organización tuvo el detalle de abrir las puertas media hora antes de lo previsto, quizás pensando que la temperatura que imperaba en la calle pudiera enfriar los ánimos de todos los que nos congregábamos allí; nada más lejos de la realidad. Estábamos decididos a disfrutar del concierto, y vaya si lo hicimos.
Para ir calentando motores, comenzó la actuación de «Los Zigarros», banda de rock valenciana, capitaneada por Ovidi Tormo, dignos teloneros de un espectáculo que se intuía genial.
A las nueve de la noche, con una puntualidad que nada tuvo que envidiar a la británica, y acompañados de una proyección en las pantallas del escenario que ilustraba la trayectoria de los conciertos de la banda, comenzaban a sonar los primeros acordes de lo que ya se intuía una noche inolvidable.
Y allí se presentaron, subiendo al escenario en una ordenada fila, los maestros encargados de calentar el recinto, y vaya si lo lograron.
Fito Cabrales, guitarra y voz, Carlos Raya, guitarra, slide y pedal steel, Javier Alzola al saxo, Joserra Semperena, piano y órgano Hammond, Alejandro Climent al bajo eléctrico y Daniel Griffin en la batería, formando un tándem musical difícil de superar, tanto en veteranía como en virtuosismo.
Como también virtuoso resultó Manuel del Campo, en el boogie «Lo que siempre quise hacer», con su armónica diatónica. (Me quedé con las ganas de preguntarle como de un instrumento tan pequeño se pueden extraer tal cantidad de sonidos).
También Ovidi Tormo, líder de Los Zigarros, tuvo el honor de acompañar a la banda en el tema «Quiero beber hasta perder el control» de Los Secretos.
Más de dos horas y media de concierto, en el que se fueron desgranando los temas del nuevo disco, «Huyendo conmigo de mi», y que daba nombre a la gira, con canciones clásicas de la banda, que consiguieron romper la voz de las casi quince mil almas que llenábamos a rebosar el recinto, y que, al menos a quien escribe, le confirmó la primera intuición de la noche: Fito nunca falla.».
Texto: José Luis López Sevilla