El ambiente previo al último concierto del Universal Music Festival 2023, con Lola Índigo como protagonista, era el reservado a las veladas especiales. Una combinatoria de expectación y alegría –concierto familiar, transversal, al que nadie quiso llegar tarde, con largas colas frente al puesto de merchandising en la ilusionante previa al mismo– avalada por la triunfal ruta que la gira “El Dragón Tour” viene trazando por nuestra geografía desde la pasada primavera, y que continuará a lo largo de los próximos meses para culminar el 26 de noviembre en Ciudad de México.
La cita de esta noche, apetecible de por sí, sumaba el atractivo de realizarse en un espacio muy distinto a los recintos de gran capacidad, con un Teatro Real de Madrid abarrotado ofreciendo su máximo de prestaciones al evento: comodidad, cercanía y la mayor calidad audiovisual posible, desplegándose durante más de noventa minutos de espectáculo que han sabido a gloria.
Y ocupando el centro del show, Lola Índigo, una artista en permanente progresión y crecimiento que cuenta sus conciertos por victorias y que responde con creces a la devoción que el público profesa hacia ella desde que iniciara su fulgurante carrera hace seis años. Un extra de responsabilidad que la cantante ha transformado en estímulo esta noche, dejándose el alma en cada número y volviendo a demostrar por qué es una de las artistas favoritas del pop español contemporáneo.
El inicio no pudo ser más impactante, con la diva rompiendo un enorme cascarón blanco entre el ensordecedor griterío, poniéndose enseguida al frente de su eficaz cuerpo de baile, con todo el público ya en pie. Después de “AN1MAL” escuchamos “Para olvidarme de ti”, propulsada por un patrón drum’n’bass apoyado en la batería, el violín y la guitarra eléctrica de su banda, que aportaba organicidad instrumental a la propuesta. Con “Discoteka” llegó el primer compás reguetón de la noche, celebrado con jolgorio y caderazos también en la platea y los palcos. Y “Toy Story” cambió el tercio con su gen disco-funk setentero sin que disminuyera la entrega de los afortunados asistentes, aunque en este primer tramo la más celebrada fue “La niña de la escuela”, gracias a su infeccioso ritmo dancehall.
Siempre sonriente, muy concentrada y visiblemente emocionada, encadenó “4 besos”, “Tiki Tiki” y un amplio medley –“Mujer bruja”, “Maldición” y “Santería”– que precedió a un set de aire flamenco que le permitió reivindicar sus raíces sureñas y que remató con el estreno –en clave rumbera y junto al dúo granadino Pepe : Vizio– del tema “De plastilina”.
No sería esta la única colaboración de la noche. Belén Aguilera acompañó a voz y piano en “El dragón” y Luis Fonsi coprotagonizó “Corazones rotos”, desencadenando la apoteosis entre un respetable que siguió dándolo todo en un trepidante segmento, en el que Lola Índigo nos pasó literalmente por encima, para terminar de manejarnos a su antojo con el pitch juguetón de “La Santa” y después con la suma de “Trendy” más “Romeo y Julieta”, acompañada de una coreografía salvaje.
Lola índigo se ha despedido con su reciente hit –“El tonto”– antes de interpretar “Ya no quiero ná”, el supermegahit que la puso en nuestro mapa sentimental y que sigue cautivando con la fuerza del primer día. Ha sido una gran fiesta de música en directo para todos los públicos, además de un colofón inmejorable para la séptima edición del Universal Music Festival.